Eran las 12:00 hrs. de la tarde del siguiente día y aun me encontraba en el camping de Caleta Gonzalo, hasta esa hora aun llovía, con mucha menos intensidad que el primer día que había llegado al lugar, ese día me había puesto como meta realizar alguno de los senderos del parque Pumalín, sin embargo grande fue mi desilusión cuando el guarda parques me informa que todos los senderos estaban cerrados, y que solo podría realizar un sendero que se llama "La Cascada", pero que no podría realizarlo completo ya que con la lluvia de día anterior, el arroyo que tenía que cruzar había crecido, por lo cual la cascada no iba a lograr verla. Frente a esta situación no me quedo otra que levantar mi campamento, cargar mi bicicleta y ponerme a pedalear. Ya que el primer transbordador no iba a llegar hasta las 3 de la tarde al menos, tenía una ventana de 3 horas antes de que comenzaran a pasar automoviles a mi lado: La ruta era solo para mi, pensé.
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Primer mirador de a cuesta. |
Los primeros 15 kilómetros son de una subida escabrosa, a eso había que sumarle la lluvia que me mojó durante esta primera hora y media de viaje, el trayecto se hacia lento y pesado, a pesar de haber levado una capa impermeable el sudor me mojaba por dentro, por lo que iba empapado de igual manera. La lluvia amainó a eso del kilómetro 14 aproximadamente, en el segundo camping luego de caleta Gonzalo, ahí tuve que parar para cambiarme ropa, ya que había ascendido lo suficiente como para tener la seguridad de que la lluvia ya no era problema. Continué mi camino por el sendero de ripio, luego de los primeros 15 kilómetros, venía un sector mas o menos llano, con una cuesta, si bien no difícil, si bastante empinada, que duraba aproximadamente 1 kilómetro y medio, desde esta cuesta habían dos miradores, que daban hacia una pequeña laguna. Este sector era de una belleza única, las Golondrinas y Chucaos revoloteaban alrededor del mirador, y era un lugar ideal para reponer energías. Luego de una pequeña merienda continué mi viaje, cada vez acercándome más hacia la zona que el volcán Chaitén había devastado años atrás.
Recuerdo no saber siquiera la ubicación exacta de Chaitén, cuando por las noticias pasaban la catástrofe del pueblo y todo lo que había traído consigo la erupción del volcán. Ahora, luego de 7 años de esa noticia, yo me encontraba en el lugar y podía ver las consecuencias de la tragedia. EL bosque antes tupido de arboles de 20 metros comenzaba a desaparecer de a poco, y luego de un puente solo quedaban los troncos desnudos de los arboles, mientras que a sus pies se notaban los ríos de cenizas traídos por la lluvia durante los ciclos posteriores. El paisaje se hace desolador y uno se siente pequeño frente a la inmensidad de la naturaleza.
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Panorámica de la costa de Chaitén |
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Entrada oeste del parque Pumalín. |
El camino se mantiene igual hasta Chaitén mismo, no hay cuestas muy complicadas, pero ese día algo no andaba bien con mi alimentación, por mala organización solo tenia para comer maní, un par de barras de cereal y galletas, por lo cual en toda la ruta no logre comer nada contundente (Tengo serios problemas de apetito, sobre todo cuando pedaleo) lo cual me hizo sentirme cada vez con menos fuerzas para continuar el camino. A la altura del kilómetro 70, si mal no recuerdo, comienza el pavimento nuevamente, el cual dura hasta el puente Yelcho a 35 kilómetros de Chaitén al sur. comienza una serie de cuestas de alta pendiente, pero muy cortas que terminaron por acabar todas mis energías, con solo cosas livianas de comida ese día la ultima cuesta no pude subirla. Una sensación de mareo y la vista nublada me avisaban que la azúcar en mi cuerpo haba bajado a niveles peligrosos, o sea estaba cayendo en una hipoglicemia (Para los que no saben la hipoglicemia es la baja de azúcar en la sangre, normalmente es mas peligrosa que el alza de azúcar, producto que el cuerpo puede vivir con mayor cantidad de nutrientes de los que necesita, sin embargo la falta de estos trae como consecuencias la visión nublada, fatiga, temblores e incluso el desmayo o la muerte). Luego de verme en esa situación, y aun sabiendo que luego de esa cuesta venía el pueblo de Chaitén, tuve que bajarme de la bicicleta y acostarme a un lado del camino por un tiempo, un jugo en polvo hipercargado, un par de galletas y barras de cereal, y el descanso me bastaron para recobrar un nivel que me permitía pedalear los últimos 5 kilómetros sin mayores problemas.
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Chaitén is not dead |
A eso de las 7 de la tarde ya me encontraba en la información turística, preguntando por algún alojamiento. Chaitén en sí es caro, la comida y los hospedajes se salen del promedio de costos de toda la carretera, los habitantes te piden que entiendas la situación, han pasado solo un par de años desde que comenzó la reconstrucción del pueblo, hay solo 5 cuadras habitadas en la zona costera, y un puente divide al pueblo en dos, hacía el fondo una cárcel y una calle completa están sepultadas bajo la ceniza de un volcán aun en actividad, l gente hace su vida normal y el pueblo tiene un aire fantasmagorico que se cuela por debajo de cada puerta trabada por la ceniza que llega a la mitad de primer piso, a pesar de lo anterior las sonrisas existen y la hospitalidad no se deja contener.
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Fumarola del volcán |
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