Carretera austral 2015, desde Puerto Montt a cerro castillo: Este blog cuenta mi historia, en un primer comienzo solo será de este viaje, sin embargo pretendo expandirlo no solo a la carretera austral, sino que a otras rutas que he realizado, comida que he comido y gente que he conocido.

martes, 17 de febrero de 2015

Ruta Bimodal: Primeros encuentros.

La ruta intermedia que se hace por tierra consta de 10 kilómetros de ripio bien compacto, sin embargo las bicicletas son las primeras en salir desde el transbordador, por lo que los autos pasan y no dejan ver el camino, no hay mayores curvas por lo que sin los autos el trayecto se haría muy fácil. 

El final de la ruta bimodal
Íbamos los tres: Los dos catalanes y yo, por esa ruta, la cual no nos dejaba claro si es que al otro lado las barcazas esperaban a los ciclistas si se quedaban rezagados, por lo que no queríamos arriesgarnos, aceleramos durante toda la recta, logramos hacer el trayecto en 19 min… Aproximadamente a 30 km/hr promedio. Mi ciclocomputador solo bajaba de los 30 km/hr en las cuestas, que si bien no eran tantas, la última me hizo utilizar todos los recursos para subirla sin quedar mal parado. Llegamos al otro lado antes que muchos autos, subiéndonos al segundo transbordador a eso de las 3 de la tarde, a las 3:40 estábamos al otro lado, en Caleta Gonzalo, donde la lluvia nos había dado la bienvenida, en un primer comienzo  como una simple llovizna que no parecía que acabara ahí. 

Me despedí de los dos catalanes que fueron a ver la posibilidad de alojar en una cabaña aledaña a una cafetería que estaba a la entrada de Caleta Gonzalo, yo en cambio, me fui hacía el primer camping, ya decidido a no pedalear ese día producto de la lluvia que cada vez se hacía más fuerte, armé mi carpa entre la naturaleza impactante de ese lugar. Ahí intercambie palabras con tres ciclistas chilenos que venían saliendo del camping, me comentaron que ese día iban a avanzar al siguiente camping, ubicado a 15 kilómetros más al sur, nos deseamos buen viaje y ellos partieron.
Mi carpa y la inmensidad de la naturaleza

Yo en cambio compre algunas cosas en el local y fui a la cafetería, donde podría cargar mis aparatos electrónicos y ver si es que había algo de señal para dar noticias de mi paradero a mis familiares. Al entrar me encontré con los catalanes que comían algo, me senté junto a ellos mientras ellos reían por el hecho de estar refugiados de la lluvia incesante al calor de una chimenea en pleno verano. Comencé a aprender de los viajes, de la costa mediterránea y catalán, ya que entre ellos hablaban en la lengua madre de su provincia, mientras uno de ellos hablaba español conmigo; sin embargo nos entendíamos bastante bien entre los tres. De ellos me quedaron varias lecciones de viaje, entre ellas: “Que todos los viajes son mejores luego que se hacen” y que “Una persona con todo el dinero del mundo, no era más feliz que nosotros conversando en ese lugar”.

Gracias a ellos mi viaje se tornó más reflexivo e interesante, no era solo recorrer, era buscar la felicidad, como yo la había comenzado a experimentar en mi primer día de viaje, como se me estaba presentado ahora, y como se presentaría en el resto del viaje.

Luego de comunicarme con mi gente, además de tomar una cerveza y un café en el lugar, procedí a esperar que amainara la lluvia incesante, pensando en el estado de mi carpa tomé mi bicicleta y me fui en dirección al camping. En 10 minutos o menos de viaje el clima había logrado mojarme de tal manera que mis guantes, chaqueta y pantalones estaban comenzando a pasarse, por lo que llegue a mi carpa y me saque la ropa colgándola bajo techo, esperando que al siguiente día se secaran con el viento que corría esa noche. Entré en mi carpa y noté que estaba mojada por dentro, pensando lo peor la moví hacia un lugar seco bajo techo, que si bien no estaba habilitado para recibir carpas, el guardaparques me había dado autorización producto e que era el único que ese día había llegado a ese sector del camping, al entrar nuevamente en la carpa noté que la carpa no se había pasado y había sido mi ropa mojada la que había mojado la carpa, sin embargo ya hecho todo el esfuerzo de moverla, y por las dudas, preferí quedarme bajo techo adentro de mi carpa esperando el sueño para terminar ese día.

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